Carta a un amigo
Te cuento algo que ya he contado a un par de personas queridas:
Hace unas semanas atrás estaba en la playa de Salinas. De pronto vi a un hombre como de cuarenta i cinco años que llevaba a otro mucho mayor. Lo conducía hacia el mar. Lo tenía tomado de ambas manos. El hombre joven iba adelante, como cuando llevas a un niño que recién trata de caminar. Me quedé mirándolos largamente.
Entraron al mar y de vez en cuando el hombre mayor sumergía la cabeza, y yo podía adivinar una gran alegría al hacerlo. Uno nunca sabe, y menos a esa edad, cuándo está diciendo adiós.
El hombre joven estuvo durante todo el tiempo tomándolo de las manos.
Pensé que por todos los detalles, el uno era padre de aquel otro que lo cuidaba. Que seguramente, cuando su hijo era niño, en más de una oportunidad fue conducido y cuidado por él, que en aquel entonces era fuerte, poderoso y protector. Hoy, indefenso y frágil, imaginé qué hubiera sentido de contar con una suerte de máquina del tiempo, que le hubiese permitido ver su destino final; que le hubiese podido hacer ver lo que yo estaba viendo.
Y al ver y pensar en ello, me dije que esa máquina del tiempo realmente existía, al menos para mi, y que me estaba dando una pista sobre nuestra propia historia. Y entonces, unos días después, le escribí a mi hijo mayor y le dije que me gustaría que él me tuviera en su mente del modo en que, cuando una mañana, corrimos por la playa hacia el muelle de Punta Carnero. El tenía ocho años. De regreso estaba muy cansado y yo lo subí a mis hombros e hicimos así buena parte del camino de regreso. Aunque él siempre fue muy considerado y me insistía que prefería caminar, yo entendía que era por evitar hacerme daño con su peso. En la carta le recordé que muchas veces él se quedaba y me iba a trotar solo. Y que cuando estaba cerca del hotel, yo tenía un pito que lo hacía sonar, para que me viese llegar a lo lejos. Y que así era como quería que me recordara. El me contestó diciendo que sí. Y rememoró otras situaciones bellas.
Y es que la mente humana es frágil y el recuerdo que se llevan de ti tiene la fuerza de lo más cercano. Sin embargo, el corazón humano es fuerte, es grande, y si te recuerdan con el corazón, tendrán de ti los mejores recuerdos y no necesariamente los últimos.
Comentarios
En el mar del pensamiento,
extraño es el remolino
que nos arrastra al recuerdo.
En el mundo de la vida
hay un mar del pensamiento,
y el presente se respira
entre las olas y el viento.
La experiencia ya cumplida
en el agua esta viviendo
y donde empieza el horizonte,
Allí el futuro se esconde.
En el mar del pensamiento,
extraño es el remolino
que nos arrastra al recuerdo.
En el agua del pasado
cuando el cuerpo lo requiere,
relaja bañarse un rato
pues a menudo conviene
recordar momentos gratos.
lo peor que el baño tiene
ss que si el agua está buena,
salir de ella, ¡caray, cuesta!.
En el mar del pensamiento,
extraño es el remolino
que nos arrastra al recuerdo.
Creo que es lo preferible,
seguir con la vida en barco
y que el viento agua salpique
en lugar de tanto baño,
pues la vida mucho exige
y hay que vivir navegando.
Ya está expuesta mi opinión
que muchas veces el recuerdo
conlleva algo extraño.......
En su “Poética del espacio”, Bachelard dice que, no solamente nuestros recuerdos, sino también nuestros olvidos, están “alojados”. Nuestro inconsciente está “alojado”. Nuestra alma es una morada sin la cual el hombre sería un ser disperso, un ser sin sueños ni ensoñaciones y sin posibilidad de integrar sus pensamientos.
Con todas las posibles definiciones o a pesar de ellas, la poesía es de todas las ramas literarias, la que mantiene viva las raíces del lenguaje, el lenguaje poético se encuentra más cerca de lo humano porque se mantiene junto a su ideal arquetípico y universal como las metáforas que es capaz de crear. Y es esa atemporalidad inconsciente del lenguaje poético la que hace que estemos hablando de un género cultural sintomático.
La literatura en sus diferentes formas se ocupó siempre del deseo y la pasión. La pasión que para algunos ciega oponiéndose a la razón y que para otros sin embargo, es indispensable para renovar el conocimiento y poder pensar y sentir haciendo uso de la libertad. El Yo como sistema que traduce imágenes a palabras mediatizando las relaciones a través del lenguaje y la motricidad. Un Yo que hace de actor pasando de la percepción al movimiento, que se ubica en el tiempo y el espacio al describir aspectos puntuales de la existencia o aspectos en relación con lo inefable.
no se lo que pasó contigo,
no se lo que pasó conmigó,
porque dejamos de ser
buenos amantes y buenos amigos.
Amor mio,
¿Por qué tenemos tanto frio?
¿Por qué dejamos que el olvido
nos congelara la piel
y nos dejara enmedio del vacio?
¿Qué le pasó a nuestro amor?
¿Qué le pasó a tu corazón y a la mio?
Aaaamor mio
te me estas yendo como agua del rio
Aaaamor mio
estas a qui pero no estas conmigo
Aaaamor mio
no te me vayas que te necesito
Aaaamor mio
para sentir que sigo estando vivo
¿Qué le pasó a nuestro amor?
¿Qué le pasó a tu corazón y al mio?
Aaaamor mio
te me estas yendo como agua del rio
...